Análisis: Left 4 Dead

LEFT 4 DEAD

La gente de Valve ha demostrado una vez más que no son capaces de decepcionarnos. Ni siquiera cuando el proyecto es emprendido por una compañía, en principio, ajena y por más que la distribución del juego corra a cargo de Electronic Arts.

Estos muchachos siguen dando cátedra de cómo hacer las cosas bien en el mundo de los videojuegos, de cómo sacar productos de altísima calidad y que perduran en el tiempo. En este caso nos ofrecen una pequeña maravilla llamada Left 4 Dead, donde básicamente el jugador deberá ser partícipe de acontecimientos típicos de una película de zombies.

El sistema de juego es sencillo, pero extraordinariamente efectivo, y está basado en dos modalidades distintas, pero ambas orientadas al multijugador. La primera es la campaña principal, compuesta por cuatro capítulos independientes, protagonizado cada uno de ellos por uno de los cuatro personajes y disponible tanto para disputar en solitario como en cooperativo.

En el cooperativo, un jugador deberá asumir el rol de uno de los cuatro sobrevivientes dentro de una plaga de infección zombie, pero estará acompañado en todo momento por los otros tres. Es decir, no se trata de ir en solitario volando cabezas y siendo asistido de vez en cuando por los aliados, sino de una experiencia de supervivencia con todas las letras.

El hecho de perder a uno de los compañeros significa resignar enormes chances de salir con vida, por lo que en todo momento será necesario coordinar tácticamente con los demás. Morir no será tan sencillo como en otros juegos, ya que incluso una vez abatidos será posible ser reanimados por un compañero y luego curados, aunque la lucha constante contra hordas zombie complican la tarea de sobremanera.

 

(Continuará).

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