Análisis: World of Warcraft: Wrath of the Lich King (parte II)

Lo que se nota apenas uno comienza a realizar las nuevas misiones que propone Wrath of the Lich King, es la voluntad de Blizzard emplear las mismas para sumergir al jugador en el argumento: mientras que, antiguamente, había que leer el argumento de cada misión en la pantalla de planificación de la misma.

Ahora, en cambio, muchas de las misiones nuevas nos sumergirán en la historia de Northrend y del príncipe Arthas (devenido en Lich King) mediante escenas bellamente realizadas con el motor del juego, dándole de esa forma un significado mucho más profundo a las tareas que realizamos.

La nueva clase

Por otra parte, jugar la nueva clase es un verdadero vicio. El Death Knight  (que, les contamos, arranca del nivel 55, con una montura épica gratis, y accede a ítems raros de categoría azul en poco tiempo) es, en esencia, un guerrero con la adición de poderosas habilidades.

Si bien se basa en el combate cuerpo a cuerpo, el mismo es capaz de usar runas, poseyendo tres tipos diferentes de ellas, y dos unidades por tipo, haciendo un total de seis. Los ataques especiales de este tipo de personaje son particularmente devastadores, empleando una runa del tipo adecuado, y en ocasiones, tres de ellas al mismo tiempo.

Sumado este factor al comparativamente corto tiempo de «cooldown» que tienen las habilidades del mismo frente a las de otras clases, y al hecho de que es capaz de curarse a sí mismo, hay que reconocer que el Death Knight es una clase muy poderosa, quizás bordeando el desbalanceo.

 

(Continuará).

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