Los compositores musicales se vuelcan al ocio electrónico

Una muestra más de que la industria de los videojuegos está comenzando a sobrepasar a otras, como la del cine: teniendo en cuenta que este año se prevé una venta a nivel mundial en el orden de los 50 billones de dólares, mucha gente que en una época lo que menos hubiera deseado es quedar asociada a «los jueguitos», ahora cada vez se acerca más a los mismos.

Entre esta gente se encuentran los compositores de música de renombre. Acostumbrados a producir piezas musicales para cine y TV, los mismos han comenzado a ver en los videojuegos una nueva y muy redituable fuente de ingresos.

Las cifras que se manejan son más que suculentas: un buen compositor puede llegar a recibir hasta 2 mil dólares por un minuto de composición musical. Teniendo en cuenta que la banda sonora completa de un buen título varía entre los 60 y los 90 minutos, resulta ser que este trabajito le puede redituar al compositor entre 120 mil  y 180 mil dólares.

Esto ha hecho que gente como Garry Schyman, renombrado compositor de cine y TV haya compuesto la banda sonora de Bioshock, Resistance: Retribution y la serie Destroy All Humans; mientras que Danny Elfman, que ganara un grammy por la música del film «Batman» de 1989, creó la banda sonora de Fable.

Por su parte, Harry Gregson-Williams, que compuso la banda sonora de «Shrek», estuvo detrás de la música de Metal Gear Solid 4: Guns of the Patriots, y Steve Jablonsky, compositor de la música de Transformers, escribió música para The Sims. Hay que destacar a demás la majestuosa banda sonora detrás del Super Smash Bros. Brawl, la cual fue realizada por los más destacados compositores orientales.

La creación de música para videojuegos ha evolucionado en pocos años, de simplistas «loops» de música electrónica, a épicas composiciones divididas en múltiples tracks que se seleccionan de acuerdo a nuestras acciones en pantalla, y la inversión para crear la banda sonora de un juego de calidad «AAA», contando lo que  se lleva el compositor, más los músicos, y el alquiler de un estudio de grabación, puede rondar el medio millón de dólares.

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