Análisis: Street Fighter IV (parte III)

Todo lo referente a la jugabilidad de Street Fighter IV parece haber sido programado por un cirujano. Es que cada una de las piezas converge hasta generar el mejor apartado jugable del género, sin ningún tipo de dudas.

Para ello, Capcom ha utilizado toda su experiencia, poniendo a disposición del jugador 25 luchadores completamente diferentes, cada uno con virtudes y defectos propios.

Cada personaje es un mundo nuevo a descubrir, incluso algunos en principio parecidos, como los clásicos Ryu y Ken. No sólo eso, sino que no hay un luchador que a priori sea superior al otro. El equilibrio alcanzado en este aspecto es digno de mención, siendo seguramente una de las principales virtudes del juego. 

En cuanto al manejo de los protagonistas, tanto jugadores casuales como expertos en la materia se verán satisfechos. Si lo único que desean es disputar una partida de vez en cuando, recurriendo al clásico “Button Mashing” podrán obtener resultados al menos discretos, siempre y cuando no se las vean con oponentes experimentados.

La aparente simplicidad del control es tan sólo una máscara que esconde el alma del juego, que es ni más ni menos que un sistema de juego complejo y adictivo. Desde barras de poder, hasta los movimientos especiales de venganza o los Focus Attack heredados de Street Fighter III logran combinarse de modo tal que para dominar un personaje por completo sean necesarias horas y horas de entrenamiento.

Para detallar todos los movimientos y variables disponibles en el juego se necesitaría un libro entero, y de seguro algo quedaría en el tintero.

Basta con decir que en lo referente a juegos de pelea en dos dimensiones, no hay jugabilidad que supere a la de Street Fighter IV. Como aclaración vale recomendar la compra de un Arcade Stick, en especial quienes decidan jugar en Xbox 360, ya que algunos combos se tornan dificultosos con el pad tradicional.

 

(Continuará).

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